¿Qué es el miedo?
Vivir sin miedo no es posible, el miedo es necesario, pero superar el miedo que nos impide avanzar, el que nos bloquea, es una de las mejores formas de crecer como personas y de alcanzar una vida más plena.
Sófocles afirmó que "para quien tiene miedo, todo son ruidos". El miedo es un mecanismo innato de defensa que se activa ante la percepción de un peligro, que puede ser real o no, pero que provoca sensaciones muy intensas y desagradables.
El miedo de una emoción primaria que nos alerta de una posible amenaza y nos indica que debemos tomar medidas para protegernos. Por tanto, su objetivo principal es mantenernos a salvo, el problema viene cuando es el propio miedo el que no nos deja vivir.
¿Cuáles son los miedos más frecuentes?
Las situaciones que provocan el miedo son muy variadas. Podemos sentir miedo cuando creemos que nuestra vida está en peligro, como por ejemplo, ante un atraco, pero también podemos experimentar miedo ante la perspectiva de un hecho, como cuando caminamos por un callejón oscuro y solitario a medianoche. En este caso, no hay un hecho real que inspire el temor, pero nuestra fantasía se desboca imaginando todos los problemas que podrían ocurrir.
Esto implica que no solo tenemos miedo cuando percibimos una amenaza real a nuestro “yo físico” sino también cuando imaginamos una situación que podría representar un peligro. Obviamente, nuestra capacidad para anticipar el peligro nos permite tomar medidas para evitarlo y mantenernos a salvo por lo que estos son miedos racionales y perfectamente comprensibles.
No obstante, también existen miedos irracionales. Se pueden identificar porque nuestra respuesta es totalmente desproporcionada ante el peligro real que representa el estímulo. El ejemplo clásico son las fobias, en las cuales la persona reacciona de manera exagerada ante una situación que no representa un peligro real para su vida, como cuando debe hablar en público o acercarse a un animal inofensivo.
¿Tienes una fobia? Puedes encontrar información sobre las fobias y su tratamiento en el artículo: Cómo superar una fobia
También podemos sentir miedo cuando recordamos un hecho del pasado, aunque no exista la más remota posibilidad de que este se vuelva a repetir. La raíz de este miedo normalmente está enquistada en nuestro inconsciente y es muy difícil de eliminar, ya que se puede activar incluso ante una mera alusión verbal. Para superar este tipo de miedo es fundamental trabajar con técnicas como la hipnosis o EMDR, que nos permiten acceder a los recuerdos negativos del pasado grabados en nuestro cerebro y liberarnos de su carga emocional.
Pero quizá el miedo más incapacitante es el que sufren las personas que presentan un trastorno de pánico, hablaríamos aquí de miedo con mayúsculas, pues se le da una vuelta de tuerca al miedo: el miedo a tener miedo.
Las personas con un trastorno de pánico sufren crisis de angustia repetidas de forma inesperada, por lo que desarrollan un miedo exacerbado a volver a sufrir un ataque de ansiedad,(lo cual es comprensible, pues las sensación que tienen cuando sufren una crisis de angustia es de que van a morirse o volverse locos), y empiezan a poner en marcha mecanismos de evitación, (los cuales sólo agravan el problema), como el ir siempre acompañados cuando salen de casa, o incluso en los casos más graves, evitar salir de casa. En estos casos, al trastorno de pánico se une una agorafobia limitante.
¿Por qué tenemos miedo?
Básicamente, la principal función del miedo es avisarnos de un peligro para poder ponernos a salvo. El miedo nos permite ser conscientes de que existe un riesgo. Su mecanismo de base es bastante sencillo: nuestros sentidos captan diferentes señales del medio y estas son procesadas, fundamentalmente, por el sistema límbico. Si este considera que existe un peligro potencial, desencadena una serie de reacciones fisiológicas que nos permitirán actuar en consecuencia y en cuestión de pocos segundos.
En este punto nuestro metabolismo se acelera y aumenta la presión arterial, la adrenalina y los niveles de glucosa en sangre. Nuestra respiración se hace más rápida, los músculos se tensan, las pupilas se dilatan y se detienen todas las funciones corporales que no son necesarias.
En algunos casos, el miedo se puede transformar en pánico, un estado que genera una intensa ansiedad en la persona, y como ya hemos dicho antes, el sufrir un ataque de pánico puede desembocar en un trastorno de pánico, cuando después de uno de estos episodios la persona desarrolla miedo a volver a sufrir una crisis de angustia, y los ataques de pánico se repiten de forma frecuente.
En todo este proceso la dopamina desempeña un papel fundamental. Se ha descubierto que cuando existe poca dopamina en algunas áreas del cerebro, se provoca una transformación o incluso se interrumpe por completo la comunicación que normalmente tiene lugar entre las neuronas. Al contrario, cuando hay una elevada concentración de dopamina en la amígdala, reaccionamos con más miedo y estrés.
También se conoce que el miedo está íntimamente vinculado a las conexiones nerviosas que discurren entre la amígdala y el cíngulo anterior. La amígdala es la principal responsable de revisar toda la información proveniente del medio en la búsqueda de algún peligro, mientras que el cíngulo anterior estaría vinculado a un procesamiento más racional de esas emociones, por lo que actuaría como un filtro que modera nuestra respuesta de miedo. Cuando la comunicación entre ambas regiones resulta afectada, las personas sienten más temor y responden de manera exagerada ante los estímulos del medio.
Esos cambios en el funcionamiento cerebral podrían explicar por qué algunas personas son más propensas a tener miedo que otras, aunque también entran en juego otros factores, como la seguridad en sí mismo, la educación recibida, las experiencias vividas, e incluso la cultura, ya que se ha apreciado que existen sociedades que comparten un mayor número de miedos mientras que otras, como los Ifaluk de Pacífico Norte, comprenden el miedo como algo positivo.
Cuando el miedo nos limita
A lo largo de nuestra vida enfrentamos diferentes situaciones cargadas de incertidumbre que nos provocan miedo. Así vamos desarrollando miedo al fracaso, miedo al rechazo, miedo a las pérdidas, miedo a la muerte y, sobre todo, a los grandes cambios.
Estos temores se convierten en una barrera que nos impide vivir plenamente. De hecho, el miedo nos obliga a mantenernos en nuestra zona de confort y no nos permite avanzar y desarrollarnos, limita nuestras metas y nuestras acciones, nos mantiene bloqueados.
Por supuesto, este tipo de miedo actúa de manera más subrepticia, generando dudas, a veces obsesivas, haciendo que nos centremos en los aspectos negativos de nuestro desempeño o afectando a nuestra autoestima.
De esta forma, el miedo nos paraliza al sabotearnos y convertirnos en personas inseguras que abandonan sus proyectos mucho antes de comenzarlos. En estos casos el miedo deja de ser un mecanismo de alerta ante los posibles peligros para transformarse en una actitud ante la vida que sesga nuestro crecimiento.
¿Cómo superar el miedo?
Aunque no podemos (ni debemos) eliminar el miedo de nuestra vida, sí podemos aprender a convivir con el miedo, a manejarlo y a evitar que bloquee nuestra vida o nos paralice. Existen diferentes estrategias para superar el miedo, veamos las principales:
Cuando se trata de un temor irracional, el primer paso consiste en comprender que tu reacción es completamente desproporcionada y que no existe una base lógica para ese miedo, en este sentido, la terapia cognitivo-conductual es muy útil.
También es importante que, en vez de luchar contra el miedo, aprendas a aceptarlo. Tus temores son una reacción ante algo que crees amenazante y es normal que te sientas asustado, mientras más intentes combatir este sentimiento, más fuerte será. Superar el miedo implica conocer exactamente qué te causa temor y ser consciente de tus reacciones emocionales y fisiológicas. Una herramienta muy útil en este sentido es el mindfulness.
El siguiente paso consiste en no dejar que el miedo te paralice, enfrentarte a él. Hay un antiguo proverbio que dice " El miedo llamó a mi puerta y cuando abrí ya no había nadie. "Sigue adelante a pesar del miedo, mira al futuro y busca nuevas estrategias o alternativas diferentes que te permitan alcanzar el objetivo que te has propuesto. Desarrolla la confianza en tus capacidades y date cuenta de que el peor escenario posible, a menudo no es tan espantoso como lo imaginas.
Practica hipnosis o autohipnosis. Cuando el miedo tiene su origen en el inconsciente, la hipnosis es una herramienta de elección, ya que nos permite descubrir la causa del miedo y resolverla.
Por supuesto, cuando el miedo es demasiado grande o se convierte en una fobia, es necesario pedir ayuda psicológica especializada. Deja de vivir con miedo. Atrévete a cambiar.
Aprende a superar tus miedos y vencer inseguridades
Miedo, vergüenza, ansiedad, frustración o culpa. A lo largo de nuestra vida, estas sensaciones conviven con nosotros en multitud de situaciones en las que nos vemos involucrados. Son sentimientos negativos que nos producen una gran inseguridad, dominando y definiendo nuestra vida gran parte del tiempo. Sin embargo, el problema no radica en el miedo, sino en cómo percibimos, entendemos y gestionamos esas emociones.
¿Cómo superar tus miedos?
Conocer y aceptar tus miedos es el primer paso para poder enfrentarte a ellos y trabajar en superarlos. A pensar de que, en muchos casos, los miedos no son tu responsabilidad, depende de ti desprenderte de ellos.
Desde la infancia has aprendido a vivir con miedo y por ello te has acostumbrado a vivir con ellos. Enfrentarte a ellos no es una tarea fácil, pero es el camino para dominarlos y poder llevar la vida que quieres y te mereces.
8 claves para enfrentarte a tus miedos e inseguridades
Por suerte, en los últimos años se ha visibilizado mucho poder compartir que todos sufrimos miedos e inseguridades. Tenemos a nuestra disposición muchos profesionales e incluso podemos acudir a aplicaciones móviles para cuidar nuestra salud mental, que nos permiten tener algo de apoyo en la palma de nuestra mano, de forma sencilla y privada. Pero hoy te damos las claves para hacer frente a tus miedos e inseguridades, dar un paso adelante y vivir ese proceso de cambio.
1- Nómbralo. Domínalo
Este primer paso puede ser el más difícil, pero también el más importante, ya que no puedes superar el miedo que permanece oculto en tu subconsciente. Por ejemplo, cuando miras a la cara a una persona, ves cómo es y cómo actúa, por lo tanto, al mirar hacia tu miedo (en vez de alejarte de él), empezarás a aprender cosas sobre ti mismo que antes no sabías. Es por lo que pausar y notar cuándo tienes temor, traerá el miedo a la parte consciente y pensante de tu cerebro, haciendo que en vez de evitarlo o esconderlo puedas afrontarlo racionalmente.
A algunas personas en terapia les ayuda llevar un diario durante un período de dos o tres semanas para registrar las sensaciones y emociones que vas notando en las distintas situaciones. Al anotar lo que les va ocurriendo, van a poder transferir sus patrones de miedo a la escritura, haciéndolos más pequeños y superables, para así desmitificarlos.
2- Céntrate en tu respiración y relájate
Las emociones se experimentan en el cuerpo en forma de opresión en el pecho, dolor de estómago y sudoración entre otras. Normalmente, cuando se activa un nivel de alerta considerable, las personas tienden a hiperventilar, esto es, hacer respiraciones cortas y demasiado rápidas, provocando una serie de reacciones corporales que rápidamente se convierten en un ataque de ansiedad.
La clave para superar esos brotes de ansiedad empieza con el control de la respiración. Afortunadamente, la respiración profunda no es complicada. Una vez que has reconocido que estás sintiendo miedo, detente y concéntrate en tu respiración. Inspira y luego suelta el aire lentamente. Asegúrate de que la exhalación sea más larga que la inhalación para que consigas relajarte físicamente.
3- Practica mindfullness
Si sientes que con la respiración profunda no es suficiente, puedes poner en práctica la meditación de atención plena. Esta práctica tiene numerosos beneficios, incluyendo la reducción del estrés y la ansiedad.
4- Usa tu imaginación de forma positiva
La imaginación es algo maravilloso, sin embargo, puede acabar dañándote cuando no eres capaz de apartar tu atención de lo que temes, magnificando tus miedos y haciendo que la situación parezca mucho peor de lo que realmente es.
En lugar de dejar que tu imaginación permanezca en lo que te aterra, úsala para superar el miedo. ¿Cómo puedes hacerlo? Escoge un momento en el que estés calmado, cierra los ojos e imagínate una situación en la que normalmente tendrías miedo.
Por ejemplo: si tienes miedo a perderte en un edificio lleno de gente, imagínate que estás en un aeropuerto concurrido. Ahora, visualízate manejando la situación pacíficamente, sin congelarte ni entrar en pánico. En su lugar, vas a buscar el mostrador de información o una señal que te ayude a recuperar el sentido de la orientación para encontrar el camino correcto a la terminal desde la que sale tu vuelo.
La paz que experimentas en tu escenario imaginario puede ayudarte a superar la prueba real con más tranquilidad.
5- Vive fuera de tu zona de confort
Es incómodo y, a veces aterrador, dejar tu zona de confort, pero las recompensas de hacerlo son enormes, ya que te empuja a superar lo que más temes, resultando en un aumento en tu nivel de confianza.
6- Acepta que fallarás
¿Cuál es el miedo número uno que tienen las personas cuando tratan de lograr sus objetivos? El fracaso. Pero como el dolor, el fracaso puede enseñarte. De hecho, es a menudo, mejor maestro que el éxito. Si aceptas desde el principio, que el fracaso es una parte inevitable del éxito, le tendrás menos miedo.
Todo el mundo fracasa: dueños de negocios exitosos, líderes mundiales, chefs, artistas, científicos y doctores. Nuestra sociedad rehúye hablar de fracaso, y en su lugar celebra los éxitos; esto crea la falsa impresión de que para ser verdaderamente exitoso nunca se debe fracasar. Pero parte de la superación del miedo es reconocer que todos los habitantes del planeta, incluidos los que conoces y admiras, han fracaso en algún momento de su vida.
Cuanto antes te des cuenta de que tu miedo al fracaso te impide tomar la decisión de cumplir tus sueños, antes podrás aceptar la posibilidad de fracasar y seguir adelante.
7- Siéntate con tu miedo
Hay momentos para la acción y otros para la reflexión. Actuar demasiado rápido para superar la situación que te causa temor, puede llevarte a tomar decisiones que te harán más daño que bien.
La próxima vez que te ocurra prueba algo nuevo: “no hagas nada”. Siéntate con tu miedo por unos minutos y pregúntate: ¿cuál es la causa principal de mi temor? ¿Cuál es la historia que me cuento a mi mismo acerca de mi incapacidad de superar ese miedo? .Sentarte a reflexionar es el método más efectivo para superar tu miedo.
La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación
-Pascalnone
8- Si el miedo te supera pide ayuda
Si el temor es demasiado grande y sientes que te está superando, puedes pedir ayuda profesional a nuestros psicólogos para ayudarte a que puedas retomar el control de tu vida.
EL MIEDO EN EL TALENTO SENIOR
Piensa que eres más joven y tu cuerpo funcionará mejor
Una actitud ganadora frente a cualquier reto, así como la resiliencia y el control del estrés ayudan a un cuerpo más sano y longevo, según los expertos
Tanto el rendimiento físico como el rendimiento cognitivo dependen mucho de la actitud, mantienen los expertos
Los pensamientos son procesos cognitivos conscientes o inconscientes que emergen del cerebro. Son una de las herramientas más poderosas que tiene el ser humano. Sean o no deseados, lo cierto es que nuestra salud físicadepende en cierto modo de todo aquello que pasa por nuestra mente a diario. Influye en nuestro estado emocional, especialmente a medida que el tiempo pasa y envejecemos. Pero ¿hasta qué punto? ¿Cómo podemos cuidar de nuestro cerebro y, en consecuencia, que mejore nuestra salud física?
Si vas al baño con frecuencia sabes que algo pasa con tu alimentación; lo mismo ocurre si detectas manchas en tu piel. Pero, ¿qué hay del cerebro?¿cuáles son las señales de que tu mente necesita un poco más de cuidado? El cerebro, tal y como recoge un reciente estudio publicado en el National Library of Medicine (NIH) es el centro de mando del sistema nervioso: maneja los pensamientos, la memoria, el movimiento de nuestro cuerpo y las emociones. Es el producto supremo de la evolución biológica, así que mantener este órgano nuclear en un estado saludable es el objetivo principal en la búsqueda de la salud y la longevidad a lo largo de la vida.
Mente y cuerpo
¿Sientes la edad que tienes?
“Tanto el rendimiento físico como el rendimiento cognitivo dependen mucho de la actitud. Al igual que la aptitud, siempre tiene ventaja quien tiene una actitud ganadora frente a que tiene una actitud perdedora”, explica José Luis Trejo, neurocientífico del Instituto Cajal (CSIC) y vicepresidente del Consejo Español del Cerebro.
Cuando tu mente, y por ende, tu cerebro está feliz, tú estarás más feliz y puedes ser capaz de afrontar mejor cualquier cosa, reto, objetivo o meta que te propongas. Al igual que cuando te enamoras, tus ganas de hacer más cosas se disparan, tu energía aumenta y sientes que puedes con todo, tu actitud frente a cualquier reto u objetivo, también es primordial. Si bien los genes, la condición física y las aptitudes de una persona influyen, el recorrido mental de una persona con mentalidad ganadora es fundamental para lograr un mayor bienestar físico. Porque la salud del cerebro pasa por unas buenas funciones cognitivas como la resiliencia, la regulación emocional y muchas otras facetas del bienestar mental.
El estrés merma netamente nuestra capacidad de ejecución
Neurocientífico
“Una actitud mental optimista permite un desempeño en condiciones competitivas que conduce a un mayor índice de éxito, tanto a nivel cognitivo como físico (por ejemplo, en el deporte de competición ésto se aprecia de forma frecuente o personas mayores de 70 años que aún corren como alguien de 40, bailan etc...). Sin embargo, aparte del ámbito competitivo, el rango de variación de nuestra capacidad de ejecución varía menos de lo que nos gustaría con respecto a nuestra capacidad general”, explica el experto. “El estrés, por ejemplo, merma netamente nuestra capacidad de ejecución”, agrega José Luis Trejo.
Por otro lado, Sergey Young, experto en longevidad, fundador del Longevity Vision Fund y autor de The Science and Technology of Growing Young (La Ciencia y la Tecnología de Crecer Joven) también asegura que pensar que eres más joven ayuda a que tu cuerpo funcione mejor. Una afirmación que un estudio publicado en la revista científica Frontiers corroboró en el 2018, donde se explica cómo las personas intervinientes en los ensayos que se sintieron más jóvenes que su edad biológica tenían más materia gris en el cerebro, y por tanto, más capacidad ejecutora y una mejor condición física.
Factores de riesgo
Señales de alerta de que debemos cuidar el cerebro y cómo hacerlo
Son varios los signos que evidencian y nos alertan de que debemos empezar a cuidar la salud de nuestro cerebro, y muchos de estos signos, tal y como se recoge en el estudio del NIH, están relacionados con el bienestar mental. Por ejemplo, si olvidas las cosas con más frecuencia de lo que te gustaría, tienes problemas para tomar decisiones, no ves o no te conectas con tu familiares y amigos, te frustras fácilmente, no descansas y te despiertas mucho por las noches, te sientes más sensible que de costumbre, te sientes desmotivada, te cuesta pensar, no puedes o te cuesta concentrarte, te sientes más estresada sin razón aparente, son señales más que suficientes.
Al final, la salud mental no es un área aislada, sino que es la salud del cerebro. Afortunadamente, siempre hay cosas que podemos hacer para apoyar mejor nuestra biología cerebral y nuestro rendimiento cognitivo. “Nuestro estilo de vida determina el nivel de salud y el nivel de ejecución de cualquier cerebro dentro del rango que genéticamente está determinado. Es decir, dentro de ese rango tendrán mejor ejecución y serán más exitosos aquellos cerebros que lleven un estilo de vida sano (ejercicio moderado, dieta adecuada, ausencia de estrés, ausencia de tóxicos, etc...”, asevera José Luis Trejo.
“Por el contrario, ese cerebro tendrá una ejecución de tareas y un desempeño en todo tipo de competición, incluyendo su nivel de salud, en el extremo más bajo del rango determinado por su genética, cuando sea sedentario, lleve una dieta pobre, consuma sustancias o tenga una actitud pesimista”, concluye.
Tener miedo al miedo, claves para superarlo
Nos da miedo tener miedo porque solemos pensar en una experiencia que nos ha hecho sufrir en el pasado, pero hay formas para lidiar con ello
El miedo es una de las emociones más universales que experimenta todo el mundo en algún momento u otro de su vida. El miedo, como el demonio en la cultura judeocristiana, se presenta en múltiples formas: podemos temer a las agujas, a la oscuridad, al fuego, a ir al médico, al futuro, a enfermar por coronavirus, etc. El miedo aparece ante la amenaza de daño, ya sea físico, emocional o psicológico, real o imaginario.
Aunque se relaciona como una emoción negativa, el miedo en realidad cumple un papel importante porque nos ayuda a mantenernos a salvo, ya que nos moviliza para hacer frente al riesgo potencial.
No es seguramente de las emociones favoritas de nadie, pero ello no significa que no cumpla un papel concreto. Es una respuesta física que se conoce como “lucha o huida”, con la que el cuerpo se prepara para entrar en combate o huir. Se trata de una respuesta automática que es crucial para nuestra supervivencia.
El problema, por tanto, no es tener miedo en algún momento concreto y frente a una situación determinada, sino dejar que este tome el control y nos anule como personas e invada nuestra vida. Puede ocurrir que aparezca un ataque de pánico, que se caracteriza, según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIH), por el temor a los desastres o miedo a perder el control, incluso cuando no hay un peligro real. Una de las peores cosas del miedo es que da miedo.
Cuando el miedo va demasiado lejos
Corazón acelerado, respiración rápida, sudor excesivo, presión en el pecho, bloqueo o dificultad para concentrarse son sensaciones familiares cuando tenemos miedo. Podemos entrar en un círculo vicioso y entrar en un ataque de pánico; nos da miedo tener miedo porque lo relacionamos con una experiencia que nos ha hecho sufrir.
Si un perro de la calle te muerde, lo más probable es que tengas miedo la próxima vez que ves al perro, lo que te ayudará a evitar otra mordedura. Pero si esto significa llegar a temer a todos los perros, no solo al que te mordió, este miedo puede hacer que cambies dónde vas, con quién te relacionas, etc., para evitar el contacto con otros perros. Aquí el miedo se convierte en algo paralizante, no en un beneficio.
El proceso normal es que el motivo que desencadena el miedo, una vez ha desaparecido, también lo haga el miedo. Pero cuando este no cede se convierte en algo perjudicial y, en casos extremos, genera ansiedad. En estos casos solemos reaccionar de forma exagerada a las situaciones.
Cuatro pautas para lidiar con el miedo
Puede ocurrir que la amenaza por la que se siente miedo y que tenemos que afrontar, sea real o solo una percepción. Algunas estrategias que nos da Psicología-Online para superarlo son:
Enfréntate al miedo
Evitar el miedo que podemos tener no solo nos impide seguir adelante, sino que nos provoca ansiedad. Tómate un tiempo y busca algo agradable o reconfortante para hacer. En cuanto te sientas seguro, puedes intentar a explorar el miedo de nuevo, tomándote los descansos cuando sea necesario.
Si te resulta difícil abordar un miedo por tu cuenta, pide ayuda terapéutica. Es lo que los expertos denominan terapia de exposición. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), esta terapia puede ayudar a romper el patrón de evitación y miedo. Los psicólogos crean un entorno seguro en el que exponen a las personas a las cosas que temen y evitan.
Enfatiza la positividad
El miedo suele hacernos recordar recuerdos y eventos negativos, lo que refuerza nuestra sensación de que el mundo es un lugar amenazante. Trabaja para buscar lo positivo: la alegría de ver a alguien que queremos, el humor en determinadas circunstancias, un paseo por la naturaleza, etc. La positividad amplía nuestra perspectiva de las cosas y nos ayuda a crear una resiliencia que nos ayuda a funcionar incluso en épocas difíciles.
En un estudio realizado por expertos de la Universidad Estatal de Ohio se demostró que las personas con una actitud positiva tienen más probabilidad de superar su miedo a hablar en público que las personas con una mentalidad más negativa. Esto podría extrapolarse a otros miedos en la vida.
Aprende a vivir con cierta incertidumbre
Es muy difícil eliminar de tu vida todos los riesgos. Tomar decisiones es elegir entre varios caminos a través de la incertidumbre.
Reduce el miedo al miedo
Muchas veces, más que tener miedo a un estímulo concreto lo que nos sucede es que tenemos miedo a nuestros propios síntomas del miedo. Por ejemplo, alguien que teme hablar en público, más que miedo a afrontar la situación, le teme a que aparezcan palpitaciones, sudoración, temblores, rubor facial, tartamudeo, etc. Se trata de una respuesta fisiológica que tiene el cuerpo para hacer frente a algo que percibe como un peligro.
Lo importante de cualquier estrategia es que nos ayude a gestionar y convivir con todos los miedos que puedan aparecer. No se eliminan los problemas, pero sí se puede luchar para reducir algunos de sus efectos, como la ansiedad, a aprender a vivir con ella. Cuando el miedo se convierte en una fobia, es necesario pedir ayuda psicológica.
Espero que este post te haya gustado.
Te dejo un abrazo virtual y que comiences una excelente semana.
La Fer
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